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Responsabilidad social del psicoterapeuta en adicciones
Souza y Machorro MarioRev Mex Neuroci 2009; 10(1) : 9-10 |
Fragmento |
Cuando un pequeño grupo de profesionales de la salud termina de estudiar su Maestría luego de tres años de esfuerzo continuado, se trata sin duda de una ocasión especial. Nuestros colegas, alcanzan por derecho una nueva posición curricular que les confiere una responsabilidad con el Colegio y con la sociedad. Reciban nuestros parabienes. El reconocimiento a su labor debe hacerse patente; es necesario como estímulo a su continuidad y conveniente, toda vez que avala su carácter meritorio. Al efecto, se plantean a continuación dos ideas. Una, relativa a la formación de los alumnos-analizandos-supervisandos, y otra, importante para mitigar la confusión y desvirtuación que suele hacerse de ella, dirigida al campo de trabajo de los hoy graduados. Son tres los pilares de la formación de un psicoterapeuta, aunque ello es extensivo, por supuesto, a otros colegas de la profesión de la salud mental y las neurociencias en general, si bien algunos de ellos –en especial los de corte “biologista”–, traten de aplicar su reduccionismo científico también en pro de su defensa y continúen siendo renuentes a mirar con detenimiento su interior y a aceptarse como son. Los pilares a los que se alude, que obran en conjunto y asimismo hacen crecer a las personas para convertirse en guías de proyectos de la salud, suelen reducirse según la vox populli a la preparación escolástica. De hecho, la mayoría de las personas en la sociedad piensa que basta con ir a la escuela y aprender –como se aprende un asunto teórico–, la materia en cuestión, que habrá de explotarse luego, cual inversión de tiempo-dinero-esfuerzo. No, el asunto no es tan simple. En la psicoterapia para los pacientes adictos eso es importante, pero no basta. Se puede estar de acuerdo en que la preparación brinda el conocimiento elemental del por qué de las cosas, pero a ello deben adosársele aún las bases de la actuación profesional en el marco de lo que hoy se denomina en el campo profesional: las mejores prácticas. |