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Neuroestimulación para enfermedad de Parkinson con complicaciones motoras tempranas

Maldonado Sepúlveda Irene Atzimba, Neri Nani Gabriel Adolfo
Rev Mex Neuroci 2013; 14(3)  : 107-110
Fragmento

La enfermedad de Parkinson (EP) es un trastorno de etiología desconocida que afecta al 1% de la gente mayor de 60 años y al 2% de mayores de 70 años. A pesar de casos como Michael J. Fox y Muhammad Ali, el principal factor de riesgo para la enfermedad es la edad, (p. ej. Papa Juan Pablo II [84 años], Billy Graham [85 años], Salvador Dalí [85 años]). Definido en la actualidad como un trastorno neurodegenerativo, progresivo, multisistémico, cuyas manifestaciones motoras cardinales son temblor, bradicinecia y rigidez. Aunque inicialmente efectivas, las terapias dopaminérgicas se ven eventualmente complicadas por las diferentes fluctuaciones motoras y discinecias en la mayoría de los pacientes. Estas complicaciones motoras pueden impactar la calidad de vida y causar incapacidad significativa. Dentro de los principales factores de riesgo para desarrollar estas complicaciones de la enfermedad de Parkinson y su tratamiento se incluyen: edad de inicio temprano, severidad del trastorno, dosis altas de levodopa, y larga duración de la enfermedad. Se han ideado diferentes estrategias y se cuenta con más y mejores medicamentos para retrasar y controlar estas complicaciones, pero a pesar de esto, se ha necesitado del desarrollo de tratamientos alternativos como la estimulación cerebral profunda, que ha revolucionado el tratamiento para los pacientes que no tienen ya una respuesta óptima al tratamiento médico. Los tratamientos quirúrgicos, como posible terapia para la enfermedad de Parkinson han sido realizados desde inicios del siglo XX. Los procedimientos iniciales lesionaban las neuronas motoras superiores y reportaban beneficio, particularmente con respecto al temblor, pero como era de esperarse se asociaba a pérdida de los movimientos voluntarios por lo que nunca ganaron amplia aceptación. Meyers realizó lesión del asa lenticular y globo pálido reportando beneficio en la EP sin parálisis (Meyers, 1942,1951). Poco después, Cooper señaló que lesiones realizadas dentro del tálamo brindaban beneficios similares con reducción de los efectos secundarios, y la talamotomía se convirtió en el procedimiento de rutina para el temblor de la EP durante los 50’s y 60’s (Cooper, 1956, Cooper y Bravo, 1958). El desarrollo de la estereoataxia intracraneal permitió una localización del blanco más precisa y menos efectos secundarios (Spiegel, et al., 1947). Sin embargo, con la introducción de la levodopa existió menos demanda por la cirugía y rara vez se realizaron procedimientos en los 70’s y los 80’s. En las dos últimas décadas, el péndulo comenzó nuevamente a moverse y existe un resurgimiento en el interés por la cirugía.

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