Introducción
El uso terapéutico de la toxina botulínica inició en los años 80 con el tratamiento del estrabismo y posteriormente del blefarospasmo y otras distonías focales.
En la actualidad, las indicaciones para el uso terapéutico sintomático de la toxina botulínica se han expandido y dentro de éstas se encuentran las manifestaciones autonómicas de diversas enfermedades que a continuación se enlistan:
• Hiperactividad glandular exocrina:
a) Sialorrea: Las inyecciones de toxina botulínica en la glándula parótida son efectivas para controlar la salida de saliva por la boca en enfermedades como la parálisis bulbar y pseudobulbar, la enfermedad de Parkinson y le enfermedad de las neuronas motoras.
b) Síndrome de Frey (sudor gustatorio): Se caracteriza por sensación de calor y sudoración en la región malar al comer o al pensar en alimentos, el cual puede deberse a una lesión de la parótida o a una reinervación anómala del nervio facial, con más frecuencia posterior a una parotidectomía. La toxina se aplica en las áreas de sudoración anormal.
c) Síndrome de lágrimas de cocodrilo: Se caracteriza por la secreción de lágrimas al comer o pensar en alimentos; se debe a una reinervación anómala de las fibras secretomotoras del nervio facial. El tratamiento consiste en aplicar toxina botulínica en las glándulas lagrimales.
d) Hiperhidrosis: La sudoración normal es controlada por las catecolaminas circulantes y la inervación simpática de las glándulas sudoríparas. La hiperhidrosis es un trastorno idiopático que afecta aproximadamente a 1% de la población y se caracteriza por una sudoración espontánea, incontrolable y excesiva, que es mayor a la que requiere el cuerpo para retornar a su temperatura normal.
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