El alcohol es un problema no sólo para el abusador/adicto y su familia, también es una seria amenaza a la salud pública. En el mundo 2,000 millones de personas consumen bebidas alcohólicas; 76 millones de ellos tienen consumo excesivo o dependencia al alcohol. La mirada etiopatogénica actual considera la adicción:

1. Enfermedad biológica cerebral crónica caracterizada por recaídas frecuentes derivadas de la interacción del organismo/droga que genera pérdida de control sobre el consumo de la sustancia y debilitación de la función social y ocupacional. El deseo de consumo –muestra una conducta compulsiva en cada ocasión y a menudo un nuevo abuso–, incluye mecanismos neuroquímicos asociados (motivación de consumo, potencia farmacológica, dosis, frecuencia, vía de administración, costos e incluso los supuestos beneficios obtenidos). Su manejo requiere de fármacos neuroespecíficos que lo bloqueen, adecuación a los requerimientos de cada paciente y desarrollo de programas integrales que incluyan promoción de motivación terapéutica a lo largo de la rehabilitación.

2. Respuesta a falta de capacidad para tolerar los afectos cuya hipótesis de la automedicación afirma que la droga alivia el sufrimiento y que una particular preferencia –síntoma–, supone algún grado de especificidad psicofarmacológica, –que los opiáceos atenúan los sentimientos de cólera o violencia; los depresores “alivian” los sentimientos de aislamiento, vacío y ansiedad, y que los estimulantes mejoran la hipotonía, alivian la depresión o contrarrestan la hiperactividad y el déficit de atención–.