Ya habíamos tocado algo de este tema en uno de los números anteriores, pero consideramos que los avances que ha habido al respecto ameritan que lo abordemos de nuevo.

Hace diez años pocos dependíamos tanto de las computadoras y mucho menos de Internet; sin embargo, el paso del tiempo le ha dado un papel cada vez más relevante en la búsqueda de información y en la intercomunicación entre personas y grupos.

En relación con la búsqueda de información, basta usar un buscador, poner una o varias palabras claves y obtener una gran cantidad de referencias, artículos completos y sitios Web sobre los temas. Lamentablemente esta información no viene depurada y es difícil saber cuál es de valor y cuál no. Estamos hablando de la información que personas no dedicadas a la Medicina suelen obtener en relación con alguno de sus síntomas, diagnósticos o tratamientos. La información obtenida es muy heterogénea, ya que salen publicaciones científicas para cuya comprensión los pacientes no tienen suficientes elementos: obtienen también información dirigida a pacientes; pero la mezcla de charlatanería con información seria es muy grande y los pacientes muchas veces no pueden discernir entre lo que está fundamentado y lo que no.

Llegan entonces con su médico habiendo impreso mucho de lo que obtuvieron y el médico a veces ni siquiera está enterado de lo que está apareciendo en muchos sitios. No es obligatorio tampoco que ande navegando en la red para supervisar estos sitios que indiscriminadamente surgen día a día, ya que apenas tiene tiempo para actualizarse en su área con la lectura de revistas de su especialidad, impresas o electrónicas.